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Nunca habían tenido ningún fallo, jamás un prisionero había logrado escapar... Pero ese día algo pasó, algo inusual en el funcionamiento de las instalaciones secretas. Uno de los sujetos logró aturdir a su verdugo y burlar todas las medidas de seguridad (que no son pocas) antes de caer muerto en una de las fuentes cercanas al arco de tributo a Washington situado en el parque Washington Square. No se sabe cómo el sujeto logró escapar hasta aquel punto, y menos en la situación en la cuál fue hallado su cadáver: la piel de la cara le había sido sustraída perfectamente y de manera muy sutil lo que indicaba que quién había cometido tal barbarie era un posible cirujano de alto nivel. La policía científica cuando llegó al supuesto lugar de los hechos no dio crédito a lo que veían ante ellos y otorgó el rango de alta seguridad y máxima primordialidad al caso.
Pese a la escasez de pruebas, el caso no se archivó y aún, hoy en día, se sigue estudiando para tratar de llegar al fondo del asunto.

El gobierno para calmar a la población cuando la noticia salió a la luz aseguró estar trabajando todo lo posible para hacer justicia y resolverlo lo antes posible pero, como en la mayoría de los casos, hay demasiadas cosas en juego, pesos que mecen la balanza hacia uno u otro lado según convenga en el momento; y no todo el mundo dentro de la mismísima cúpula gubernamental está interesado en descubrir la verdad...

Ante tal hecho, The Black Cross revisó y fortificó todas sus medidas de seguridad y endureció los castigos para aquellos que incumpliesen alguna norma así como aquellas pautas necesarias para la admisión de personas dentro de la hermandad. Bryan, el actual líder supremo, no quería que se volviese a dar ningún tipo de fallo que pudiera causarles la ruina y destapar todos los trapos sucios que pudieran ponerle de patitas en un tribunal de justicia. Sabía que tenía bastante que perder y no estaba dispuesto a arruinar el imperio que sus antepasados habían logrado construir.

Prostitución, drogas, sexo, alcohol, asesinatos encarnizados, juegos eróticos y macabros, apuestas, dinero negro y mucha, mucha diversión son solo algunos de los incentivos que se pueden encontrar en las zonas más desconocidas y peligrosas de toda Nueva York donde mafiosos y hermanos cooperan desde las sombras a espaldas del gobierno y el cuerpo de seguridad no solo nacional si no internacional también.
La calle no deja elección: